Historia 02

 

 

 

 

Orígenes

 

La Iglesia Cristiana Evangélica no puede acudir a otro origen que al de la persona de su Fundador: Cristo; de él toma su nombre y la razón de su propia existencia. Consecuentemente, los Cristianos Evangélicos son ante todo “Cristianos”; siendo desde el deseo de fidelidad y búsqueda del Cristo de los Evangelios que asumen, y sólo en este sentido, el calificativo de “Evangélicos”.

 

 

La Reforma Protestante

 

La Reforma Protestante del siglo XVI cristaliza al ser expulsado de la Iglesia Católico Romana el monje agustino Lutero por su actitud y manifestaciones de protesta ante los abusos papales y la venta de indulgencias.

Sin entrar a analizar todas las circunstancias que concurrieron, y siendo conscientes de que al amparo de la Reforma del siglo XVI se cometieron también abusos y sucedieron desafortunados incidentes, podemos decir de la misma que, aunque no fue total ni dio respuesta a todas las carencias de la iglesia, sí fue un revulsivo para las mentes y conciencias de muchos hombres y mujeres que vieron ante sí una nueva dimensión del cristianismo al poder acceder libremente a la lectura de la Biblia sin intermediarios ni filtros clericales.

Fue la lectura bíblica el detonador de un nuevo modo de entender el cristianismo, un permanente impulso de reforma en la iglesia, una búsqueda constante de las fuentes que informan el contenido de nuestra Fe, despojándola de tradiciones y autoridades humanas. Este sentir se expresa en el triple lema de la Reforma: “Sola Gratia, Sola Fide, Sola Escriptura” (Sola Gracia, Sola Fe, Sola Escritura).

Identificándonos con este lema, afirmamos que la Iglesia Cristiana Evangélica es una iglesia “Protestante”, en tanto que heredera y continuadora de tal espíritu de fidelidad a las fuentes del Evangelio, abierta a una permanente reforma a la luz de la Biblia, con exclusión de cualquier otra norma, tradición o autoridad humana.

En las diferentes iglesias protestantes, la historia se ha repetido también cíclicamente, surgiendo, una vez tras otra, diferentes movimientos de resurgimiento espiritual, que han intentado dar respuesta a distintas necesidades sociales y eclesiales. En ocasiones, surgieron como reacción ante la laxitud moral o espiritual; otras, como consecuencia de la diversidad en la interpretación y vivencia de las verdades bíblicas, examinadas en un ámbito de libertad.

Esta diversidad en los matices, asociada a la no existencia y rechazo de una “cabeza visible”, ha hecho difícilmente definible al gran movimiento que constituyen las Iglesias Protestantes. No obstante, esta diversidad es, a la vez, su riqueza y su debilidad; sólo pudiéndose apuntar, como factor común e irrenunciable a ellas, la creencia y confesión del Credo Apostólico y la identificación con los principios reformadores mencionados de “Sola Gratia, Sola Fide, Sola Escriptura”.

Los múltiples movimientos y énfasis religiosos continúan en su permanente dinámica hasta hoy, dando lugar a lo que se han llamado “Denominaciones” dentro del protestantismo histórico.

 

 

La Historia Reciente

 

Es en el Siglo XX cuando se empieza a hablar del “Evangelicalismo” o de los “Evangélicos”, para referirse a un movimiento presente en diversas denominaciones protestantes. (“Evangelista” es un apelativo mal usado en los medios de comunicación españoles, dado que hace referencia únicamente a la tarea de evangelizar y no al énfasis en los Evangelios).

Siendo un movimiento absolutamente inscrito en el mundo protestante, destaca por su insistencia en la necesidad de la entrega personal y la experiencia personal de la Gracia de Dios, frente al nominalismo religioso (esto es la adscripción religiosa de la totalidad de una población dada).

También destaca la aceptación de la Biblia como única norma de fe y conducta frente a la autoridad de los obispos institucionales, basada en una presunta sucesión apostólica.

El movimiento Evangélico se encuadra dentro del protestantismo, bien como elemento renovador de la denominación en la que aparece, o como promotor de nuevas iglesias independientes fruto del avivamiento y del resurgir de la predicación del mensaje bíblico.

Los Evangélicos, por su firme creencia en la Trinidad, se distinguen y desmarcan claramente de movimientos sectarios que han tenido inicialmente origen en el Protestantismo y que han salido posteriormente de él, como son los Testigos de Jehová, Mormones, Ciencia Cristiana, etc.

Debido a su espíritu misionero los evangélicos pueden encontrarse en casi cualquier lugar del mundo y entre casi todas las denominaciones protestantes. Debido a la variedad de contextos, lugares y épocas se manifiestan con una diversidad superlativa, que dificulta grandemente la organización. No obstante, los Evangélicos se reconocen unos a otros por el mensaje común de salvación eterna que proclaman, colaborando fraternalmente en muchos casos en Misiones, Obras de Acción Social, Congresos, Alianza Evangélica, etc.